ARGENTINA

El camino hacia la gloria

MESSI, EL HÉROE VOLVIÓ A CASA

 “La Pulga” lideró a la Selección Argentina en un recorrido épico que culminó con la conquista de la Copa del Mundo, devolviendo al país a lo más alto del fútbol tras 36 años.

 Era una tarde calurosa de diciembre en Qatar, y en cada rincón de Argentina se respiraba una mezcla de ansiedad y esperanza. Todo un país estaba a la expectativa, pendiente de cada movimiento en la final del Mundial de 2022. Ahí estaba Lionel Messi, el “chico de Rosario” que, a sus 35 años, se preparaba para cerrar una historia que había empezado mucho tiempo atrás. Aquella historia, teñida de talento y marcada por el peso de las comparaciones, se convertía en el relato de un héroe que había vuelto a casa.

 Durante años, la historia de Messi fue también la de una distancia. Se marchó de Rosario a los 8, hacia Barcelona, con una promesa de grandeza y con el sueño de cualquier chico que alguna vez pateó una pelota. Pero su éxito en Europa contrastaba con una relación siempre compleja con su país natal. Allí lo llamaban “el pecho frío”, el que “no cantaba el himno”. No importaba que hubiera ganado todo a nivel de clubes; la deuda con la camiseta argentina parecía eterna. Los tiempos cambiaron y la historia de Messi empezó a transformarse con la Copa América de 2021, cuando Argentina derrotó a Brasil en el Maracaná. Desde aquel día, el país entero lo reconoció finalmente como un verdadero líder, uno que no necesitaba gritar para hacer vibrar.

 Pero esa historia en Qatar no había comenzado con gloria, sino con una caída que puso a prueba a todo el equipo. El debut frente a Arabia Saudita parecía una formalidad, pero lo que se vivió en Lusail fue un terremoto emocional. Argentina comenzó ganando con un gol de Messi de penal, pero los saudíes remontaron con dos goles en pocos minutos, que llego a ocasionar un paro inventado como si estuvieran en Argentina. De pronto, la Scaloneta, invicta durante 36 partidos, estaba al borde de la eliminación. El mundo se preguntaba si Messi estaba destinado a cargar, una vez más, con la sombra del fracaso.

 Sin embargo, ese revés fue el motor de algo más grande. En el segundo partido, ante México, apareció el Messi que lleva años iluminando al fútbol mundial. En un duelo tenso y trabado, rompió el cero con un zurdazo perfecto desde fuera del área. Más tarde, Enzo Fernández selló el 2-0, y la esperanza volvió a nacer. Contra Polonia, en el cierre de la fase de grupos, Argentina mostró su mejor versión hasta ese momento, con un contundente 2-0 gracias a los goles de Alexis Mac Allister y Julián Álvarez. Messi incluso falló un penal, pero su liderazgo dentro del campo fue innegable.

 La fase eliminatoria trajo desafíos aún mayores y más duros que la realidad. En octavos de final, frente a Australia, Messi abrió el marcador con uno de sus tantos característicos: un toque sutil, eficaz y preciso que desató la euforia. Julián Álvarez amplió la ventaja tras aprovechar un error del arquero rival. Aunque los australianos descontaron con un gol fortuito, la Albiceleste resistió, y el sueño continuaba vivo.

 En cuartos de final, Países Bajos representó una de las pruebas más duras. Messi dio una asistencia mágica a Nahuel Molina para el primer gol y luego convirtió un penal con una serenidad absoluta. Pero los neerlandeses, con un planteo físico y provocador, lograron empatar sobre la hora con dos goles de Wout Weghorst, el último en una jugada de laboratorio que dejó sin reacción a la defensa argentina. La definición por penales fue cuando comenzó la novela con un drama absoluto, pero ahí apareció Emiliano “Dibu” Martínez, héroe en la tanda, y Messi, quien convirtió su penal con la frialdad de los grandes.

 La victoria selló la venganza con Riquelme que ahora está feliz, el pase a semifinales y afianzó aún más la conexión emocional entre el equipo, y los hinchas. También recordando que porque ahora mi tazón de tomar el té, mi termo, mi mate, mi nueva remera que me compré en la salada porta la estampa del “Que mirás bobo? Andá pa´lla”

 Croacia fue el siguiente rival, un equipo disciplinado y duro, pero Argentina jugó su mejor partido del torneo. Julián Álvarez marcó dos goles, pero fue Messi quien deslumbró al mundo con una jugada antológica: un giro y un cambio de ritmo para dejar atrás al defensor Josko Gvardiol antes de asistir al joven delantero para el tercer gol. La goleada 3-0 catapultó a Argentina a la final y consolidó la imagen de Messi como el líder absoluto.

 Y entonces, en Qatar 2022, Messi fue más que nunca el dueño de su destino, el jugador que hacía soñar a millones, que les daba la esperanza de un tercer título mundial.

 La final contra Francia fue una verdadera batalla. Un partido que parecía ganado, pero que luego se escapaba, una y otra vez, de las manos de Argentina. Pero Francia, liderada por Kylian Mbappé, reaccionó con furia. En apenas dos minutos, Mbappé empató con un doblete electrizante, y el partido se fue al alargue. Messi volvió a aparecer en el momento justo, anotando su segundo gol en el minuto 108, pero otra vez Mbappé empató, esta vez desde el punto de penal, completando un hat-trick inolvidable.

 Sin embargo, en cada segundo de juego, Messi se mostraba firme, inquebrantable. Con un gol en el tiempo regular y otro en el alargue, luchó como el líder que siempre había sido, incluso cuando nadie más lo veía así.

 Y al llegar a la tanda de penales, un momento cargado de tensión que definió el destino de toda una nación. Messi, imperturbable, convirtió su penal con un toque suave Lionel no solo cargó con la presión, sino que llevó a sus padres, amigos, sus parejas, al mismo presidente, a 40 millones de argentinos y sus compañeros al límite, a un lugar que para muchos ya era impensable. El “Dibu” Martínez, gigante bajo los tres palos, atajó un penal clave y desestabilizó a los franceses.

 Cuando Montiel sería el juez que sentencia un juicio, pateo el penal decisivo y anotó, cerrando el caso y diciendo que el mundial era para Argentina.

 El mundo vio a Messi caer al suelo, vencido y victorioso al mismo tiempo, y a todo un equipo que lo apoyaba. En ese instante, ya no importaban las críticas ni las comparaciones con Maradona. Messi había ganado la Copa del Mundo, y la historia ya no podía cambiar.

 Hoy, la imagen de Lionel Messi levantando la copa se convirtió en un símbolo más grande que un país, moviendo fronteras, generando efectos de nuestro fútbol en otros países, como en Bangladesh que ya era una extensión de Argentina en Asia.

 Los chicos en cada rincón del país sueñan con ser él, el pequeño de Rosario que superó todos los obstáculos, que enfrentó las críticas y que, finalmente, se coronó como el más grande. Para Argentina, Messi es eterno, el héroe que demostró que, a veces, los sueños más imposibles pueden hacerse realidad.

 El pibe que grabó después de 36 años una tercera estrella en la camiseta argentina, en la de todo argentino, que provocó la movilidad masiva más grande del país. Cumplió muchas promesas.

 Pintarse la cara de los colores de la albiceleste, cortaste el cabello, tatuarse la piel, hacer locuras en las calles, reunirse con mucha gente como si fueran tus amigos o vecinos y estar de fiesta por varios días, después seguía la navidad y el año nuevo, la fiesta no paraba para los argentinos.

 La invitación comenzó a las 12 del mediodía, un 18 de diciembre. A las 15 horas de la tarde se cortaría la torta, desde acá comenzó todo y los invitados no querían irse. Para ellos terminaba a la noche, pero otros se fueron al día siguiente.

 La fiesta continuó con la navidad, con la que se celebra con la familia, en la que los chicos cuando celebran, el gordo barbudo de rojo que entraba por la chimenea les trae regalos a quienes se portaron bien en el año.

 Paso la noche buena, pero para Argentina aún seguía de gira en gira. Llegó el año nuevo, el 2023 y el año que le dio el cierre a la fiesta de todos los argentinos pero que podría tener una nueva fecha que nunca van a olvidar.

 Lionel Messi no solo ganó la Copa del Mundo, fue el cupido que conquistó para siempre muchos corazones, que pone a trabajar a esas madres para dejar contentos a sus hijos bordándoles la tercera estrella en sus camisetas.